Su peculiaridad se debe a las características específicas de la flora de los pastos alpinos y al método de producción. En los Alpes del Tesino, a una altitud de entre 1.500 y 2.400 metros sobre el nivel del mar, crecen sabrosas hierbas ricas en especies. En un pasto alpino se pueden encontrar hasta 250 variedades de plantas diferentes, mientras que en un pasto de valle hay un máximo de 20 de ellas. Y es precisamente esta biodiversidad, que puede cambiar de montaña a montaña, la que confiere al queso sus extraordinarios, únicos y singulares sabores y aromas.