El queso suizo Tête de Moine AOP es uno de los más exquisitos y vistosos del mundo. Originario de la región del Jura, en el norte de Suiza, nació en el monasterio de Bellelay, donde los monjes lo elaboraban minuciosamente ya en el siglo XII. De ahí su nombre, Tête de Moine –que significa “cabeza de monje”–, por la similitud entre el queso, una vez abierta la corteza superior, con la coronilla afeitada de los religiosos.

El queso Tête de Moine AOP se corta con un pequeño utensilio llamado girolle, ideado en los años 80 del pasado siglo, con el que se obtienen fácilmente unas atractivas flores que recuerdan al clavel. Esta forma de raspar el queso, además, hace que al entrar el producto en contacto con el aire se liberen todas sus propiedades organolépticas: un aroma único y un sabor irresistible…. ¡que además embellece cualquier plato!

En la actualidad, su sabor puro obedece a las manos de maestros queseros que lo producen en menos de diez queserías de aldea de las zonas de montaña de las regiones de Franches Montagnes, Porrentruy, Moutier y Courtelary, con leche cruda de vacas alimentadas con pasto y heno y sin aditivos.  De aroma refinado y masa semidura, con una maduración que oscila entre los tres y los cuatro meses, cada pieza tiene algo menos de un kilo de peso. Se trata de un queso rico en proteínas y minerales, naturalmente sin gluten ni lactosa.